protocolos del 1 al 6 del texto de Gloria Patricia Peléz
PROTOCOLO 1
_________________________________________________________________________
La
Psicología Clínica como campo: funciones o constantes clínicas
Una
aproximación a su estructura y formalización
La Psicología clínica surgió como
Psicología de lo anormal, lo enfermo, del trastorno, del síntoma, y su campo de
acción se ordenó alrededor de lo mórbido, explicando su emergencia y tratando
de controlarla en su intervención. No
obstante, esta situación cambió en su historia, pues entre
los años 70 y 80, el movimiento de la
llamada medicina conductual en EE.UU, dio cabida a las nuevas
políticas de salud que incentivaban y apoyaban la educación como prevención de la
enfermedad y la promoción de nuevas formas de conducta para el mantenimiento y
refuerzo de la salud.
Lo anterior, influenció la denominación
del campo de la psicología clínica, el cual fue definido en los años 80
del siglo XX, como campo de la Psicología de la salud y de la clínica. El
énfasis de la salud subsume el de la clínica, que es el campo de los términos psicopatológicos,
prácticamente borrados hoy en el lenguaje del psicólogo, desdibujando los
límites con el campo de la Psicología social y comunitaria,
encargado de promover proyectos orientados por esta perspectiva de la
prevención y la promoción. En este nuevo campo, la clínica entra en escena,
sólo si falla la estrategia de intervención primaria y secundaria y cuando a
pesar de los esfuerzos por educar, el síntoma se manifiesta y el psicólogo
clínico es obligado a intervenir con las herramientas propias de su hacer.
El campo de la Psicología clínica
debe demarcarse como aquel campo preocupado por el sujeto sufriente como objeto de
su intervención, el cual es objetivado de manera diversa por la mirada del
clínico. La psicología clínica está condicionada por la corriente psicológica, en
el sentido de identificar y de saber sobre qué se interviene.
Existe también diversidad
de métodos; unos inscritos y tomados del modelo positivo y
cuantitativo de las ciencias, y otros de corte cualitativo, inspirados en el
paradigma estructuralista y sus afines.
El fin de la
Psicología clínica es el bienestar y la adaptación, ambas metas se inscriben
dentro de los límites que, como práctica social, cada comunidad le demanda a la
Psicología. Estos dos aspectos puestos en juego en la clínica como fin, la
adaptación y el bienestar, condicionan el
despliegue del trabajo clínico. El primero compromete la naturaleza social del
sujeto psicológico, y el segundo, convoca su introspección o capacidad de
interrogar su experiencia íntima, de valorar cualitativamente lo que es y lo
que le aqueja.
En la Psicología clínica, las
acciones propias que le dan identidad están inscritas como funciones o
constantes más allá de la referencia epistémica del método y del
objeto, desde el cual cada psicólogo se propone intervenir. Sea cual fueren
estas elecciones, la Psicología clínica se identifica como campo por la
evaluación, el diagnóstico y la intervención que configuran el proceso
clínico propiamente dicho. Sumadas a estas, el psicólogo clínico
realiza a su vez otras actividades que también son funciones o constantes,
ellas son el trabajo comunitario y la investigación.
Caracterización de las funciones
o constantes clínicas
Puede definirse el proceso
clínico como la clínica propiamente dicha, como umbral donde
se anudan tiempo y verdad. El
tiempo debe entenderse en dos dimensiones: la histórica y la
historicidad. Cada momento histórico en
la clínica es una puesta a prueba de estas dos dimensiones del tiempo, son ejes
de un plano cartesiano que hacen de la clínica el umbral“ donde se
anudan tiempo -la sistémica- y la verdad del sujeto como objeto.
Desde este referente se comprende por qué la clínica no puede reducirse a la
técnica y porqué, por el contrario, la clínica la trasciende y hace de ella más
que una serie de aplicaciones, técnicas e instrumentales, una experiencia de
conocimiento, claro está, sólo para aquel clínico con ojos para ver,
oídos para escuchar y silencio para que la palabra justa pueda advenir.
Adicionalmente, la clínica como
umbral se delimita por momentos de tiempo del proceso clínico, que
son puertas de entrada y salida fundamentales, mediante las cuales el clínico
se aproxima a la verdad y logra, en cada uno de estos tiempos, captar aspectos
diferentes de esa verdad. Estos momentos lógicos, no cronológicos, poseen un
valor por cuanto constituyen y ordenan el proceso clínico, ellos son: el
instante de la mirada (evaluación) el tiempo de la comprensión(diagnóstico) y el momento de concluir (intervención
propiamente dicha).
Entre estos momentos se
interceptan otros tiempos, que son igualmente cierres y aperturas. Por ejemplo,
el momento de la mirada activa, debe diferenciarse de la otra
mirada, que siempre está presente a lo largo de todo el proceso clínico. Esta mirada es el eje que delimita el tiempo
de la evaluación.
Entre el diagnóstico y la
intervención hay otro paso obligado que el clínico debe tener claro y consiste
en el cierre de los dos primeros tiempos- el de la evaluación
y el diagnóstico-. Este cierre se
lleva a cabo mediante la devolución, y con ella se
delimita y se entra en el tiempo de la intervención, que para el
clínico tiene varias posibilidades: la remisión, la asesoría, la
consultoría y la psicoterapia.
Además de todo este proceso
clínico, propiamente dicho, el psicólogo realiza también como funciones o
constantes en el campo, y de manera simultánea o paralela, otras dos
modalidades de intervención que son el trabajo comunitario y la
investigación.
PROTOCOLO 2
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El tiempo de
la mirada: la
evaluación clínica
Evaluar significa valorar, identificar y determinar las cualidades, propiedades,
naturaleza, magnitud o proporción de algo. No se puede evaluar sin contar con
un parámetro como punto de medida y confrontación para estimar el peso que
tiene lo evaluado respecto a los aspectos esperados de él, con relación a dicho
parámetro.
El fin primordial de esta función
es la obtención de información sobre el objeto de la mirada
clínica –sujeto sufriente- en el escenario del proceso clínico. Así, la evaluación es una actividad que
permite observar, cuantificar y cualificar
el objeto de la clínica, con base a una corriente o escuela de pensamiento. La evaluación puede considerarse como la
medición cuantitativa y cualitativa de los atributos humanos que van de la
evaluación motriz hasta el desempeño más complejo como son la competencia
mental y el funcionamiento de la personalidad.
Para la evaluación, el psicólogo
clínico cuenta con una serie de técnicas (conjunto de procedimientos para
conseguir un propósito), y herramientas (instrumentos, a través de los cuales
logra obtener la información necesaria y suficiente sobre la persona en proceso
de evaluación). Se privilegia dentro de estas la entrevista, las
pruebas objetivas y proyectivas, y la observación directa.
En todo proceso clínico psicológico de
evaluación, es necesario que el psicólogo se guíe por tres preguntas clave:
1. ¿A quién y qué se evalúa?
Esta pregunta ubica al clínico
frente al “objeto” de su mirada. La
mirada está soportada en la episteme, ésta permite definir quién es el objeto y
de él, qué puede ser evaluado. Desde esta episteme el clínico no sólo
identifica quién es el sujeto del pedido (yo, persona, sujeto de aprendizaje,
sujeto pensante) sino también los aspectos a evaluar, objetos propiamente de la
intervención (relaciones primigenias, historia, conducta, ambiente y refuerzos,
historia de procesamiento de informaciones).
Existen otras variables que introducen aspectos fundamentales para
definir a quién y qué se evalúa, ellas son: edad, población y
condiciones de vida.
2. ¿por qué y para qué se evalúa?
Esta pregunta delimita en el
proceso de evaluación la motivación y los propósitos de la misma. La
motivación hace referencia a la causa, o razón de la evaluación, aquello que la
ha generado. Los propósitos o
finalidades del pedido y que corresponden al para qué, permiten al
clínico identificar el tipo de evaluación que debe realizar: si es para
elaborar informe de evaluación, remitir o intervenir.
3. ¿Cómo evaluar?
Esta pregunta, implica el plan de
evaluación, las estrategias que se van a seguir, que definen las acciones a
coordinar y el uso de técnicas y herramientas precisas a las que el clínico
recurre y selecciona del abanico de posibilidades ofrecidas por su referente
teórico inmediato, con el afán de cumplir el propósito último de todo proceso
de evaluación, que consiste en obtener la información cualitativa y
cuantitativamente requerida. En este cómo se decide el con
qué, cuándo o en qué momento del tiempo
de la mirada, es decir, el de la evaluación, se usará tal o cual proceder.
El instante de la mirada o tiempo de la
evaluación implica dos ejes: El primero, se sitúa alrededor del motivo
de consulta, como centro de atención que permite al clínico hacerse un
primer esquema sobre el objeto de su evaluación. Este esquema o mapa
representativo conlleva al segundo eje, a partir del cual se abre la evaluación
propiamente dicha, configurada por varios pasos que el clínico debe tener en
cuenta:
1. Selección del método de
evaluación: Esta es la respuesta al cómo se evaluará, que se ha definido
en función de las condiciones descritas del objeto.
2. Recolección, selección y organización
de la información: Se
configura con el uso de las estrategias, técnicas y herramientas elegidas, y su
aplicación para obtener la información sobre el objeto.
3. Interpretación y análisis de la
información: En este
proceder se llega al diagnóstico y se sustenta la intervención.
4. Devolución al paciente: Permite que quien demanda sea
activo en proceso y pueda gestarse la posibilidad de intervención.
5. Informe de evaluación: En él se recoge de manera concisa el
proceso, los resultados, y la impresión diagnóstica obtenida en la evaluación y
el diagnóstico. Este informe debe darse a conocer verbalmente al consultante.
La evaluación es una actividad
constante del psicólogo en todos los campos de aplicación o especializaciones de
la Psicología, es necesaria para la toma de decisiones. En el campo de la
clínica, la demanda de evaluación privilegia como objetivos la detección o
valoración de lo a-normal del objeto, razón por la cual la evaluación responde
a tres aspectos sustanciales que permiten diferenciar la evaluación clínica de
las demás evaluaciones psicológicas, estos son: identificación del tipo de
trastorno, sus causas y condiciones, es decir, la etiología, así como las
consecuencias que tiene de carácter social o personal; con base en ello, se
define el tipo de intervención
En la
actualidad al psicólogo se le exige realizar un examen funcional, que
consiste en dar cuenta del medio social, la cultura, la familia, las relaciones
amorosas, el ambiente laboral, como de las formas de relación que el sujeto en
cuestión tiene con ellas.
Si se
considera la evaluación como el proceso para recoger la mayor información
posible, toda la recolección, selección y análisis de la información está sujeta
al diagnóstico; el sentido de la evaluación es éste, extraer el diagnóstico de
la información que aporta la evaluación. El diagnóstico obtenido define las
estrategias de intervención. La evaluación y el diagnóstico van de
la mano y pueden considerarse como un proceso único, aunque necesariamente
implicados en dos momentos.
PROTOCOLO 3
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Evaluación
de la conducta
La evaluación de la conducta
implica varios aspectos que han de tenerse en cuenta:
1. Las molestias, entendidas como problema
y cuyas manifestaciones, condiciones de aparición y mantenimiento deben
considerarse en el marco de un análisis de la conducta.
2. La conducta disfuncional, objeto de la
evaluación, es “el resultado de procesos de aprendizaje normales o perturbados,
que están sometidos a las leyes psicológicas universales del ámbito de lo
normal”.
3. La evaluación persigue como meta la
modificación de la conducta, su análisis parte del hecho de que no hay conducta
sin situación; es decir, su dependencia a las situaciones condicionantes, no
obstante, a su vez, la conducta condiciona tales situaciones.
4. La conducta se define en tres planos,
los mismos que serán observados en la evaluación conductual: “plano motor o de
la conducta, plano subjetivo-cognitivo y plano fisiológico (…) Cuando se trata
de la evaluación debe describirse y registrarse estos tres planos de la
conducta”.
Esquema de
la diagnosis de la conducta
Los autores presentan un esquema donde
se ilustra los aspectos tenidos en cuenta por algunos psicólogos clínicos
conductuales para la evaluación de conducta.
11 Análisis de la conducta sintomática
11.1 Análisis de
los síntomas particulares
·
Condiciones
antecedentes y subsiguientes del estimulo de esa conducta u otras conductas
problemáticas y también mediante pensamientos, emociones y expectativas
concomitantes.
·
Variables
del organismo relevantes como: enfermedad, sentimiento existencial, análisis de
la cognición, motivación; Hipótesis sobre la índole de la conducta; Generis del
síntoma y de sus condiciones y
conclusiones deducidas del análisis genético.
1.2 Conexiones
entre síntomas particulares
22. Análisis
de la finalidad
22.1 Análisis
de las condiciones del medio ambiente
·
Aspectos
relevantes del medio ambiente social momentáneo y del entorno social y de las
condiciones exteriores de la vida.
2.2 Determinación de la finalidad
·
Resultados
del debate sobre la finalidad mantenido con el paciente y/o con sus personas de
referencia; Consecuencias de una posible modificación terapéutica de los
síntomas para el margen de la conducta del paciente y para sus relaciones
sociales; selección de los puntos de enfoque terapéuticos para una intervención
terapéutica.
3.
Planificación terapéutica
3.1.
Planificación de las distintas medidas terapéuticas
3.2
Planificación del transcurso de la terapia
·
Planificación
de otras investigaciones diagnósticas para el análisis funcional de las formas
de conductas; orden de sucesión de las fases del tratamiento; y procedimiento
para medir éxito.
Por su parte, Kendall &
Norton–Ford definen
la evaluación así: “En el enfoque conductual de la evaluación se trata de
identificar los comportamientos específicos del sujeto, o sus sistemas
ambientales, que pudiesen requerir el cambio”. Estos autores identifican dos ejes de la evaluación conductual: la
conducta en sí misma, es decir, la emisión del sujeto, y los aspectos donde
ella se despliega, o sea las condiciones ambientales.
Para la evaluación se utilizan,
según estos autores, varias estrategia:
·
Observación
naturalista: consiste
en la observación y participación del clínico en el ambiente “natural” donde
interactúa el sujeto.
·
Autovigilancia: observación de la persona de sus
propias conductas e interacciones, de las cuales debe realizar un registro.
·
Informe del
cliente en la evaluación conductual: la recolección de los datos extraídos del relato de la persona, y que
obligan a una introspección, son exigidos al sujeto, que debe, más que
autobservarse, realizar una retrospección y recapitulación; una evocación de
los recuerdos de sus patrones generales de comportamiento.
·
Evaluación
analógica: se recogen
datos exponiendo al sujeto situaciones análogas a su vida.
·
Observaciones
y calificaciones conductuales hachas por otras personas de significación: El clínico recurre a los relatos de
terceros para recoger la información sobre las modalidades de conducta e
interacción del evaluado.
PROTOCOLO 4
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Evaluación
de la personalidad
Los pioneros de la personalidad y su evaluación son
Cattell y Eysenck y proponen como estrategias para la evaluación las
siguientes: evaluación por terceros; test de inteligencia y rendimiento, test
de personalidad y entrevistas clínicas (el relato del paciente es la fuente
privilegiada de los datos evaluativos).
La evaluación de la personalidad requiere la claridad del concepto que el evaluador tiene de la personalidad como
objeto. Tales definiciones implican aspectos, factores,
cualidades, o rasgos, que son valorados y entonces, traducidos en medida.
Estos valores se captan por medio de las herramientas ajustadas a las
definiciones del objeto como criterios evaluativos. Baumann & Perrez indican la
existencia de pruebas para evaluar la
personalidad, que clasifican como estructuradas y no estructuradas. Las pruebas
estructuradas se caracterizan por ser estímulos bien definidos
que exigen respuestas limitadas, mientras que en las proyectivas o no
estructuradas, los estímulos en cambio son vagos y
ambiguos, convocando al sujeto a responder, y obligándolo al despliegue de sus
propias formas de respuesta y ordenamiento de la realidad, que pone en acción
en las pruebas.
·
Inventario
multifacético de la personalidad de Minnesota (MMPI): Esta prueba se usa más
frecuentemente en la evaluación psiquiátrica o para detectar trastornos
aplicados a las personas que, por ejemplo, aspiran a un cargo o se desempeñarán
en una función.
·
Inventario
psicológico de California (CPI): El contenido revela más bien los
comportamientos típicos, sentimientos, opiniones y actitudes habituales
respecto a la ética social y cuestiones familiares.
·
16 PF: Permite
un análisis de fortalezas y debilidades del sujeto, tales como predominio,
inteligencia, radicalismo, control de la voluntad y estabilidad emocional.”
·
Test De
Rorschach o Manchas de tinta
·
Prueba de Holtzman
·
La Prueba de
Apercepción Temática (TAT)
·
Frases
incompletas
·
Prueba de
Tomkins-Horno o Prueba de ordenamiento de Dibujos
·
Dibujo de la
Figura Humana
Augusto Pérez
hace una clasificación en tres
categorías de las pruebas
para la evaluación de la personalidad:
·
Escalas de
puntajes: son
descripciones específicas de comportamientos empleadas por uno o varios
observadores.
·
Los
cuestionarios o inventarios de personalidad: buscan medir un amplio rango
de atributos, sea proponiendo categorías generales como “ajuste emocional”,
“tendencias neuróticas”, o por medio de atributos específicos.
·
Las pruebas
proyectivas: constituidas
por estímulos poco estructurados a los cuales el sujeto debe responder según
las instrucciones que le proporciona el examinador.
Las hipótesis básicas subyacentes a los test
proyectivos, sostienen que el sujeto revela algo de su personalidad en la forma
como responde al material estímulo, pues al reaccionar ante estos elementos
poco estructurados, él los ordena y pone de manifiesto el rasgo. De esta
manera, siempre cada sujeto al que se le aplica tiene la posibilidad de
responder acorde a su vida. La respuesta ordena el material presentado en la
prueba tal como el sujeto como organiza su vida. Su forma de percibir los
estímulos vagos y difusos del test, le permiten al clínico inferir dicho orden
interno, el cual se refleja en los comentarios que realiza sobre el material
que le es presentado, y que devela además las motivaciones, los conflictos y
las defensas. Los test de personalidad cualitativos se apoyan en el mecanismo
de la proyección psíquica, de donde reciben su nombre y que significa la
tendencia psíquica a comprender lo exterior a partir de la estructuración
interior, a proyectar afuera lo interno.
Otro
problema es la falta de rigor de la episteme, la formalización y claridad que
cada una de las corrientes de la psicología tiene sobre los objetos de su
trabajo, pues las herramientas, técnicas y estrategias están articuladas a ella
y orientan la práctica de evaluación y de intervención. Sin duda es
problemática una evaluación de la personalidad, si no cuenta con una definición
o si ella es contradictoria. Hay unos vacíos a la hora de definir, y de evaluar la
personalidad que un clínico debe tener en cuenta para no sólo elegir desde
dónde trabajar, sino con qué y cómo hacerlo.
PROTOCOLO 5
Evaluación de los procesos mentales o
funcionamiento mental.
Evaluación de la inteligencia
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En el texto de Módulo
Clínica de Gloria Patricia Peláez, se retoma a Silva Moreno quien define
la inteligencia como “una abstracción (constructo) y como tal no
puede ser observada. Sin embargo, mediante los instrumentos de evaluación es
posible medir el comportamiento inteligente”.
Por su parte, Kendall y Norton –
Ford, destacan que la inteligencia según Wechsler, autor de las pruebas de inteligencia más
importante, “es la capacidad sumada o global, de la persona para actuar con un
propósito, pensar racionalmente y hacer frente a su ambiente de manera
efectiva”.
Esta definición enmarca los
criterios de evaluación de la inteligencia como objeto. Entre los aspectos que
se usan en esta prueba están: solución de problemas, comprensión de escrito,
construcción de modelo siguiendo un referente y utilizando ciertos materiales,
entre otros ítems. Lo anterior, alcanza sólo a evaluar de manera limitada la
conducta inteligente y sólo representa una pequeña muestra de su complejidad.
En la actualidad la inteligencia sigue
evaluándose con pruebas objetivas específicas creadas por Wechsler, quien
diferenció una para adultos (WAIS) y otra para niños (WIC-r).
Después de las escalas de
Wechsler, hay acuerdos entre los autores en considerar, por su importancia y
uso, la Escala de Inteligencia de Stanford-Binet. Ésta escala evalúa la
inteligencia teniendo como parámetros la edad y el estado mental
correspondiente en cuanto a capacidades precisas que el sujeto debe ejecutar.
Phares & Trull por su parte, observan que los “psicólogos clínicos
contemporáneos creen en un factor general de la inteligencia (C.I.) y en
capacidades especificas que subyacen a dicho factor”. De esta manera, las
pruebas por sí mismas son poco concluyentes a la hora de hablar de evaluación
propiamente dicha de la inteligencia, de allí la necesidad surgida de combinar
estos puntajes con el desempeño directo del sujeto en su vida escolar y
ocupacional, y confrontarlos.
Este cambio formal de evaluación
de la inteligencia, fue originado también por las nuevas teorías sobre la
inteligencia, la reconocida como más revolucionaria, es la teoría constructivista de Jean Piaget de los
años 60 y 70. Según los aportes de Piaget, la concepción de la inteligencia que
realmente se observa no es la inteligencia como ente, sino lo que se califica
como comportamiento inteligente. Se desprende de este presupuesto la diversidad
de inteligencias posibles: artísticas, sensibles, simbólicas, intuitivas,
prácticas.
Los psicólogos clínicos mantienen
su referente de la inteligencia en términos objetivos, más que estructurales,
por ello utilizan más frecuentemente pruebas o instrumentos simples para medir
rasgos complejos. Estas pruebas de funcionamiento intelectual o test de
inteligencia les han permitido a los evaluadores:
1. Contar con una idea general -no medidas
absolutas- acerca del funcionamiento psicológico del individuo y de sus
potencialidades.
2. Le ofrecen indicaciones valiosas sobre
los trastornos de personalidad.
3. Permiten detectar habilidades o
limitaciones especiales.
4. Permiten realizar una observación del
comportamiento del sujeto en una situación relativamente estandarizada,
independientemente de la validez y la confiabilidad de las pruebas.
Anderson, sostiene que la
práctica clínica de los psicólogos sobre la evaluación de la inteligencia está
regida por dos enfoques conceptuales: el psicométrico y el enfoque
del desarrollo cognitivo.
Buela-Casal y Sierra plantean que “los test
serán medidas posibles de inteligencia, pero no las medidas de la inteligencia,
se verifica incluso, que los test evalúan determinados aspectos, y no otros,
del desempeño cognitivo”. A pesar de
estas consideraciones y de los límites reconocidos por la comunidad de psicólogos
clínicos, los test tradicionales siguen usándose, ya que, no se dispone de
sustitutos adecuados para test de inteligencia.
Finalmente se señala que la evaluación no se hace solamente con
las herramientas psicométricas; es base de la evaluación como de todo el
proceso clínico y de la actividad de las otras constantes, el uso de la
entrevista como técnica y herramienta.
PROTOCOLO 6
Entrevista clínica y tipos de
entrevista clínica
La entrevista está constituida
por elementos fundamentales que permiten identificarla, estos son:
1. Participantes: entrevistado y
entrevistador
2. Espacio: - físico y temporal-.
3. Propósitos complementarios:
dependen del fin que se busca o del efecto que se espera obtener de la
entrevista.
La entrevista puede concebirse
como un diálogo unidireccional,
durante el cual el entrevistador debe estar en posición de observador. Se debe
tener en cuenta: la forma de
expresión (verbal y no verbal), y la forma de relación (cómo la persona se relaciona con el
entrevistador, el espacio, el tiempo y con el material que expone).
La meta esencial de la entrevista
es conocer y obtener información de los patrones de vida o hábitos, de las
formas de relación que tiene el sujeto en sus distintos aspectos vitales.
El fundamento del arte de
entrevistar consiste en la capacidad del clínico para hacerse a un mapa de la
vida actual y de la historia, así como de las formas de respuesta o reacciones
más usuales frente a situaciones precisas del entrevistado.
El entrevistador debe estar
atento a identificar y promover el enunciado por parte del entrevistado de la
causa o el origen de su dolencia, de las situaciones concretas que lo llevaron
a consultar interrogando si han existido experiencias terapéuticas anteriores
sobre el malestar que ahora lo motiva o si estuvo referido a otros tipo de
afecciones.
El entrevistado debe estar dispuesto a
entregar toda la información, para posteriormente conseguir un beneficio de la entrevista, dicho
beneficio, se da cuando el clínico ha logrado señalar aspectos que le permiten
al entrevistado tener una nueva percepción de lo dicho o que
lo lleven a asociar, recordar o pensar otros aspectos vinculados al material.
Como la entrevista inicial es
fundamental para el devenir del proceso en general, el clínico debe estar
atento en el desarrollo de la misma, a las siguientes manifestaciones:
§
La ansiedad inicial
del cliente y mantenimiento de un nivel apropiado en el trabajo: La ansiedad es la causa y motor
del trabajo clínico, y sólo se podrá disminuir durante la entrevista y a través
de la palabra. El monto o cantidad de
ansiedad del entrevistado debe ser observado con cuidado porque su nivel
produce efectos diversos en la entrevista.
El clínico debe cuidar que la entrevista sea experimentada con un nivel
de aprehensión suficiente para mantener una disposición alerta necesaria que
empuja a la auto-percepción del entrevistado.
§
Las razones
o motivos actuales de consulta: son
aquellas que la persona tiene en el presente inmediato y lo llevaron a
consultar, las cuales, el clínico debe indagar. Igualmente debe explorar cómo
llega la persona a consulta.
§
El motivo de
consulta. No
siempre está presente en la entrevista inicial, él debe configurarse a lo largo
de la misma y constituye el punto de arranque del proceso. El real motivo
de consulta, tendrá que ser develado y confirmado en el transcurso del
proceso.
§
Encuadre. El entrevistador debe ubicar al
paciente en el trabajo mediante el
establecimiento de unas reglas que demarcan del proceso, el cómo, cuándo
y de qué manera se llevará a cabo. Estas reglas establecidas, deben ser consentidas
por el entrevistado. Las indicaciones que están implicadas en el
encuadre son: el número de sesiones destinadas al proceso de evaluación y
diagnóstico, el tiempo de duración de cada sesión, el lugar donde
se llevará a cabo, los honorarios, y cómo serán cancelados, y
también, las posibilidades que tiene el entrevistado de cancelar las citas
pactadas.
§
Explicación
sobre lo que le pasa. Es
necesario compeler al entrevistado a decir todo lo posible sobre su
problemática o motivo de consulta. En la primera entrevista se recibe la
perspectiva, la explicación o incluso la teoría que el sujeto tiene sobre lo
que le pasa.
§
Relación explícita del malestar con la
historia. El entrevistador debe ser
capaz de hacer girar la atención y el discurso del entrevistado hacia las
causas de su malestar, más que sobre la configuración del mismo, es decir, debe
orientar de lo que pasa y siente, al por qué, al cuándo se inició y las
explicaciones de ello. El intento que el clínico debe hacer es motivar a
establecer una relación entre el problema que trae la persona, y la función que
tiene con la historia familiar y la vida actual.
§
Relación
empática: El soporte
de toda entrevista es una buena relación entre el agente de la entrevista, -psicólogo
clínico-, y el objeto, entrevistado. El psicólogo clínico debe propiciar y
sostener una relación empática que cumple las siguientes características:
sencilla, clara, amable y acogedora, respetuosa y enfática.
§
La
entrevista para determinar el estado mental.
Busca examinar y determinar el estado mental y funcionamiento psíquico
actual del paciente. Éste tipo de
entrevista utiliza: el dialogo, la observación y pruebas objetivas y
proyectivas.
§
La
entrevista socio-clínica. Busca diferenciar la naturaleza y la
severidad de los problemas del cliente, a partir de la concepción que el
entrevistado tenga sobre su problemática y en función de su historia. Éste tipo
de entrevista enfatiza en la relación que pueda extraerse entre la afección del
paciente y su entorno familiar y social.
§
La
entrevista fraccionada. Está compuesta de varios momentos y
propósitos específicos: anamnesis (se recolectan datos generales y
familiares del entrevistado), motivo de consulta (el foco de atención es
la problemática manifiesta, su historia y relación con la vida actual), y tiempo
de cierre (tiempo utilizado por el clínico para cerrar los aspectos
abiertos y encauzar la información, dando una dirección a la siguiente sesión).
§
La
entrevista estructurada. Está ordenada por una serie de preguntas
definidas previamente, dejando muy poca libertad al clínico o al entrevistador
para formular nuevas preguntas en el desarrollo de la entrevista.
§
La
entrevista semi-estructurada. Ésta combina la entrevista fraccionada y la
socio-clínica. Este tipo, da al entrevistador mayor libertad en la orientación,
y pudiendo hacer énfasis en la problemática del entrevistado en relación a su
contexto social y cultural.
§
La
entrevista no estructurada. Este tipo de entrevista permite explorar sin orden aparente los datos
requeridos para la evaluación y el diagnostico.
Hay otros tipos de entrevista
como son: las entrevistas de admisión, entrevistas de intervención en crisis y
las entrevistas por computador.
Se debe dejar a criterio del clínico el número
y tipo de entrevistas requerido, puesto que esta libertad está en función del
material y de los propósitos. La
formación del clínico y su experticia le imprime un orden al proceso clínico y
al tipo entrevistas elegido.
Texto: Psicología clínica. Problemas fundamentales. Augusto Pérez.
Protocolo y cuestionario tema 6
Cómo se considera la entrevista clínica según
Pérez?
Cuáles son los tipo de datos de que
dispone el entrevistador?
Cuáles son los riesgos o dificultades de
la entrevista clínica?
Entrevista
clínica y Tipos de entrevista clínica
Cuando el psicólogo clínico establece contacto con el individuo que lo
consulta, se establece una relación que repercute determinantemente sobre los
objetivos del trabajo que se va a desarrollar. En un sentido amplio, el proceso
interrelacional constituye el marco de
la entrevista clínica.
La entrevista es una situación social en la cual dos o mas personas
entran en contacto, de tal forma que cada una de ellas ejerce roles y mantienen
expectativas diferentes, pero mutuamente complementarias que influyen y se
modifican recíprocamente.
La entrevista clínica se considera como un método de evaluación
psicológico que se centra en obtener y manejar la información.
Durante la entrevista, hay dos tipos de datos de que dispone el
entrevistador:
Verbales:
proporcionados como respuestas a preguntas o como narración que hace el
consultante. Sobre estos datos el consultante tiene el control y puede omitir o
contar lo que él considere conveniente.
Producto de la observación directa: en donde el psicólogo clínico observa el comportamiento del sujeto
durante la entrevista, más difícil que el consultante lo finja o disfrace y el
entrevistador utiliza esta información según su experiencia y su orientación
teórica.
No obstante, el entrevistador debe proceder con sumo cuidado en la
interpretación de la información, pues existen múltiples factores que pueden
modificar la estructura de la situación (como los aspectos físicos, como los
motivos de la consulta). Además, el entrevistador también tiene la capacidad de
modificar la conducta verbal de su cliente.
Las cualidades de la entrevista clínica no deben oscurecer los riesgos de
error que presenta; solo cuando el problema es claro y el juicio requerido
obvio, y las personas que entrevistan son suficientemente hábiles, puede
decirse que es un medio valido y confiable.
En este texto, Augusto Pérez habla de la entrevista interactiva como un tipo de instrumento de diagnóstico
que busca obtener información sin necesidad de recurrir a preguntas
estructuradas; en ella se hace énfasis en el aquí y el ahora, y se busca
establecer cuáles son los patrones generales de interacción verbal y no verbal
que caracterizan al sujeto.
Tema 1. Coyuntura y origen de la psicología clínica.
La psicología clínica es un área aplicada de la psicología general que se
ocupa de buscar, instrumentalizar e implementar los principios que lleven a la comprensión
del carácter único de una persona que se encuentra en dificultades y cuyo
objetivo es fundamentalmente, reducir el malestar que esa persona experimenta, ayudándola
a funcionar de una manera más satisfactoria y adecuada tanto para sí mismo como
para las personas que constituyen su marco de referencia social.
Origen:
1.
Finales
del siglo XIX, al lado de las bases experimentales de Wundt y la influencia de
Darwin en Galton y Freud. Desde 1890 hasta la primera guerra mundial (1914-1918)
James, Galton, Cattell, Binet, Hall, Witmer.
·
Witmer:
Creador y propulsor de la psicología clínica. Estudió con Wundt.
·
Binet:
proporcionó instrumentos de trabajo fundamentales, como el test de la
inteligencia.
2. A partir de la primera guerra mundial
se agudizan los conflictos entre médicos y psicólogos a causa de la definición de
los roles y estatus y aparición de diferentes enfoques de la psicología (gestaltismo,
behaviorismo, funcionalismo)
·
Influencia
freudiana y aparición de instrumentos: Rorschach y el TAT (test de apercepción temática)
3.
Por la
segunda guerra mundial (1939-1945) los psicólogos entran a trabajar en
psicoterapia a causa de las neurosis de combate y las reacciones histéricas
producidas por traumatismos psicológicos. Esto incrementó las dificultades con
los médicos y lo que surgió fue la proposición de dar una formación más
completa a los psicólogos que se dedicaban a este trabajo.
Tema 2. Evaluación clínica.
El diagnóstico y la
evaluación psicológicas constituyen, sin la menor duda, la actividad
profesional a la que más tiempo han consagrado los psicólogos clínicos; esta
actividad les fue encomendada como resultado de un compromiso tácito con la
psiquiatría, que durante bastante tiem-po produjo los resultados deseados.
Según el autor, la evaluación y el diagnóstico son
funciones complementarias y no se deben dar por separado. Afirma que son función
importante, pero excesivamente limitada.
Se debe examinar cuales son los comportamientos del
sujeto que indican una perturbación específica; además, se debe señalar el número
y la severidad de esos índices de trastorno, los cuales serán clasificados como
síntomas.
Realmente el autor se enfoca en el diagnóstico y no
tanto en la evaluación. Plantea las características del diagnosticador, y los
instrumentos que se utilizan para el diagnóstico.
Sin embargo, habla sobre algunas medidas que se
emplean en estudios evaluativos, tales son:
·
Testimonio directo del sujeto.
·
Análisis de los protocolos del proceso terapéutico
del sujeto.
·
Test proyectivos.
·
Resgistro de cambios comportamentales.
·
Medidas de autoconcepto
·
Historias temáticas.
·
Cambios físicos y fisiológicos
·
Inventarios de orientación personal
Tema 4. Evaluación de la personalidad
Las medidas de la personalidad pueden clasificarse
en tres categorías:
1. Escalas de
puntajes: descripciones específicas de comportamientos empleadas por uno o
varios observadores.
2.
Cuestionarios o inventarios de personalidad:
mucho mas utilizados y buscan a través de preguntas, medir un amplio rango de
atributos en el sujeto, ya sea proponiendo categorías generales o atributos
específicos. Tiene confiabilidad elevada pero poca validez. Entre otras cosas,
ha sido utilizada indiscriminadamente, lo que dificulta su credibilidad entre
el público.
3. Pruebas proyectivas:
constituidas por estímulos poco estructurados a los cuales el sujeto debe
responder según las indicaciones proporcionadas. La hipótesis básica subyacente
a los test proyectivos, es la de que el sujeto revela algo de su personalidad
en la forma como responde al material estimulativo. Se supone que en la ejecución
del test participa toda la personalidad del sujeto y esto es a la vez una
riqueza y un peligro; peligroso en cuanto a lo subjetivo pues el acto se
encuentra aislado en el tiempo y el espacio y es interpretado, igualmente
aislado en tiempo y espacio.
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