martes, 11 de diciembre de 2012

protocolos 1 al 6 y cuestionario

Por: Lexly Montoya, Leidy Vargas, Sonia Bedoya

protocolos del 1 al 6 del texto de Gloria Patricia Peléz


PROTOCOLO 1

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La Psicología Clínica como campo: funciones o constantes clínicas

Una aproximación a su estructura y formalización

En el texto de Módulo Clínica de Gloria Patricia Peláez, se señala que el origen de la Psicología clínica data de 1896, siendo el primer campo de acción formalmente constituido.  Se reconoce como padre de la Psicología clínica a Witmer, quien se interesó por el problema del aprendizaje al igual que Binet, aunque se enfocaron en diferentes aspectos.

La Psicología clínica surgió como Psicología de lo anormal, lo enfermo, del trastorno, del síntoma, y su campo de acción se ordenó alrededor de lo mórbido, explicando su emergencia y tratando de controlarla en su intervención.  No obstante, esta situación cambió en su historia, pues entre los años 70 y 80, el movimiento  de la llamada medicina conductual en EE.UU, dio cabida a las nuevas políticas de salud que incentivaban y apoyaban la educación como prevención de la enfermedad y la promoción de nuevas formas de conducta para el mantenimiento y refuerzo de la salud.

Lo anterior, influenció la denominación del campo de la psicología clínica, el cual fue definido en los años 80 del siglo XX, como campo de la Psicología de la salud y de la clínica. El énfasis de la salud subsume el de la clínica, que es el campo de los términos psicopatológicos, prácticamente borrados hoy en el lenguaje del psicólogo, desdibujando los límites con el campo de la Psicología social y comunitaria, encargado de promover proyectos orientados por esta perspectiva de la prevención y la promoción. En este nuevo campo, la clínica entra en escena, sólo si falla la estrategia de intervención primaria y secundaria y cuando a pesar de los esfuerzos por educar, el síntoma se manifiesta y el psicólogo clínico es obligado a intervenir con las herramientas propias de su hacer.

El campo de la Psicología clínica debe demarcarse como aquel campo preocupado por el sujeto sufriente como objeto de su intervención, el cual es objetivado de manera diversa por la mirada del clínico. La psicología clínica está condicionada por la corriente psicológica, en el sentido de identificar y de saber sobre qué se interviene.

Existe también diversidad de métodos; unos inscritos y tomados del modelo positivo y cuantitativo de las ciencias, y otros de corte cualitativo, inspirados en el paradigma estructuralista y sus afines.

El fin de la Psicología clínica es el bienestar y la adaptación, ambas metas se inscriben dentro de los límites que, como práctica social, cada comunidad le demanda a la Psicología. Estos dos aspectos puestos en juego en la clínica como fin, la adaptación y el bienestar, condicionan el despliegue del trabajo clínico. El primero compromete la naturaleza social del sujeto psicológico, y el segundo, convoca su introspección o capacidad de interrogar su experiencia íntima, de valorar cualitativamente lo que es y lo que le aqueja.

En la Psicología clínica, las acciones propias que le dan identidad están inscritas como funciones o constantes más allá de la referencia epistémica del método y del objeto, desde el cual cada psicólogo se propone intervenir. Sea cual fueren estas elecciones, la Psicología clínica se identifica como campo por la evaluación, el diagnóstico y la intervención que configuran el proceso clínico propiamente dicho. Sumadas a estas, el psicólogo clínico realiza a su vez otras actividades que también son funciones o constantes, ellas son el trabajo comunitario y la investigación.


Proceso clínico y sus tiempos lógicos

Caracterización de las funciones o constantes clínicas
Puede definirse el proceso clínico como la clínica propiamente dicha, como umbral donde se anudan tiempo y verdad.  El tiempo debe entenderse en dos dimensiones: la histórica y la historicidad.  Cada momento histórico en la clínica es una puesta a prueba de estas dos dimensiones del tiempo, son ejes de un plano cartesiano que hacen de la clínica el umbral“ donde se anudan tiempo -la sistémica- y la verdad del sujeto como objeto. Desde este referente se comprende por qué la clínica no puede reducirse a la técnica y porqué, por el contrario, la clínica la trasciende y hace de ella más que una serie de aplicaciones, técnicas e instrumentales, una experiencia de conocimiento, claro está, sólo para aquel clínico con ojos para ver, oídos para escuchar y silencio para que la palabra justa pueda advenir.

Adicionalmente, la clínica como umbral se delimita por momentos de tiempo del proceso clínico, que son puertas de entrada y salida fundamentales, mediante las cuales el clínico se aproxima a la verdad y logra, en cada uno de estos tiempos, captar aspectos diferentes de esa verdad. Estos momentos lógicos, no cronológicos, poseen un valor por cuanto constituyen y ordenan el proceso clínico, ellos son: el instante de la mirada (evaluación) el tiempo de la comprensión(diagnóstico)  y el momento de concluir (intervención propiamente dicha).

Entre estos momentos se interceptan otros tiempos, que son igualmente cierres y aperturas. Por ejemplo, el momento de la mirada activa, debe diferenciarse de la otra mirada, que siempre está presente a lo largo de todo el proceso clínico.  Esta mirada es el eje que delimita el tiempo de la evaluación.

Entre el diagnóstico y la intervención hay otro paso obligado que el clínico debe tener claro y consiste en el cierre de los dos primeros tiempos- el de la evaluación y el diagnóstico-.  Este cierre se lleva a cabo mediante la devolución, y con ella se delimita y se entra en el tiempo de la intervención, que para el clínico tiene varias posibilidades: la remisión, la asesoría, la consultoría y la psicoterapia.

Además de todo este proceso clínico, propiamente dicho, el psicólogo realiza también como funciones o constantes en el campo, y de manera simultánea o paralela, otras dos modalidades de intervención que son el trabajo comunitario y la investigación.


PROTOCOLO 2

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El tiempo de la mirada: la evaluación clínica

 En el texto de Módulo Clínica de Gloria Patricia Peláez, se señala que la evaluación y el diagnóstico son funciones fundamentales del psicólogo clínico.  La evaluación y el diagnóstico están en función de la intervención del  psicólogo en cada uno de los campos de aplicación y especialmente en la Psicología clínica.

Evaluar significa valorar, identificar y determinar las cualidades, propiedades, naturaleza, magnitud o proporción de algo. No se puede evaluar sin contar con un parámetro como punto de medida y confrontación para estimar el peso que tiene lo evaluado respecto a los aspectos esperados de él, con relación a dicho parámetro.

El fin primordial de esta función es la obtención de información sobre el objeto de la mirada clínica –sujeto sufriente- en el escenario del proceso clínico.  Así, la evaluación es una actividad que permite  observar, cuantificar y cualificar el objeto de la clínica, con base a una corriente o escuela de pensamiento.  La evaluación puede considerarse como la medición cuantitativa y cualitativa de los atributos humanos que van de la evaluación motriz hasta el desempeño más complejo como son la competencia mental y el funcionamiento de la personalidad.

Para la evaluación, el psicólogo clínico cuenta con una serie de técnicas (conjunto de procedimientos para conseguir un propósito), y herramientas (instrumentos, a través de los cuales logra obtener la información necesaria y suficiente sobre la persona en proceso de evaluación). Se privilegia dentro de estas la entrevistalas pruebas objetivas y proyectivas, y la observación directa.

En todo proceso clínico psicológico de evaluación, es necesario que el psicólogo se guíe por tres preguntas clave:

1.     ¿A quién y qué se evalúa?

Esta pregunta ubica al clínico frente al “objeto” de su mirada.  La mirada está soportada en la episteme, ésta permite definir quién es el objeto y de él, qué puede ser evaluado. Desde esta episteme el clínico no sólo identifica quién es el sujeto del pedido (yo, persona, sujeto de aprendizaje, sujeto pensante) sino también los aspectos a evaluar, objetos propiamente de la intervención (relaciones primigenias, historia, conducta, ambiente y refuerzos, historia de procesamiento de informaciones).  Existen otras variables que introducen aspectos fundamentales para definir a quién y qué se evalúa, ellas son: edad, población y condiciones de vida.

2.     ¿por qué y para qué se evalúa?

Esta pregunta delimita en el proceso de evaluación la motivación y los propósitos de la misma. La motivación hace referencia a la causa, o razón de la evaluación, aquello que la ha generado.  Los propósitos o finalidades del pedido y que corresponden al para qué, permiten al clínico identificar el tipo de evaluación que debe realizar: si es para elaborar informe de evaluación, remitir o intervenir.

3.     ¿Cómo evaluar?

Esta pregunta, implica el plan de evaluación, las estrategias que se van a seguir, que definen las acciones a coordinar y el uso de técnicas y herramientas precisas a las que el clínico recurre y selecciona del abanico de posibilidades ofrecidas por su referente teórico inmediato, con el afán de cumplir el propósito último de todo proceso de evaluación, que consiste en obtener la información cualitativa y cuantitativamente requerida. En este cómo se decide el con quécuándo o en qué momento del tiempo de la mirada, es decir, el de la evaluación, se usará tal o cual proceder.

El instante de la mirada o tiempo de la evaluación implica dos ejes: El primero, se sitúa alrededor del motivo de consulta, como centro de atención que permite al clínico hacerse un primer esquema sobre el objeto de su evaluación. Este esquema o mapa representativo conlleva al segundo eje, a partir del cual se abre la evaluación propiamente dicha, configurada por varios pasos que el clínico debe tener en cuenta:

1.     Selección del método de evaluación: Esta es la respuesta al cómo se evaluará, que se ha definido en función de las condiciones descritas del objeto.

2.     Recolección, selección y organización de la información: Se configura con el uso de las estrategias, técnicas y herramientas elegidas, y su aplicación para obtener la información sobre el objeto.

3.      Interpretación y análisis de la información: En este proceder se llega al diagnóstico y se sustenta la intervención.

4.      Devolución al paciente: Permite que quien demanda sea activo en proceso y pueda gestarse la posibilidad de intervención. 

5.     Informe de evaluación: En él se recoge de manera concisa el proceso, los resultados, y la impresión diagnóstica obtenida en la evaluación y el diagnóstico. Este informe debe darse a conocer verbalmente al consultante.

La evaluación es una actividad constante del psicólogo en todos los campos de aplicación o especializaciones de la Psicología, es necesaria para la toma de decisiones. En el campo de la clínica, la demanda de evaluación privilegia como objetivos la detección o valoración de lo a-normal del objeto, razón por la cual la evaluación responde a tres aspectos sustanciales que permiten diferenciar la evaluación clínica de las demás evaluaciones psicológicas, estos son: identificación del tipo de trastorno, sus causas y condiciones, es decir, la etiología, así como las consecuencias que tiene de carácter social o personal; con base en ello, se define el tipo de intervención

En la actualidad al psicólogo se le exige realizar un examen funcional, que consiste en dar cuenta del medio social, la cultura, la familia, las relaciones amorosas, el ambiente laboral, como de las formas de relación que el sujeto en cuestión tiene con ellas.

Si se considera la evaluación como el proceso para recoger la mayor información posible, toda la recolección, selección y análisis de la información está sujeta al diagnóstico; el sentido de la evaluación es éste, extraer el diagnóstico de la información que aporta la evaluación. El diagnóstico obtenido define las estrategias de intervención.   La evaluación y el diagnóstico van de la mano y pueden considerarse como un proceso único, aunque necesariamente implicados en dos momentos.

PROTOCOLO 3

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Evaluación de la conducta

 En el texto de Módulo Clínica de Gloria Patricia Peláez, se retoma a Baumann Perrez que se refieren a la evaluación de la conducta en términos de diagnosis, es decir, de conocimiento.  “La diagnosis de la conducta pretende partir de un análisis preciso del problema (conducta sintomática) y de sus condiciones de aparición, dar indicaciones claras para la intervención terapéutica necesaria en cada caso; además no sólo ser útil para la clínica sino también en otros campos de la Psicología” (Baumann & Perrez, 1994: 92-103)

 Estos autores coinciden en resaltar la importancia de la evaluación para la intervención y el lugar que ella tiene también en otros campos de la Psicología.  Con Baumann Perrez podemos acuñar la noción de constante para la evaluación cuando subrayan que ella está presente tanto en la clínica como en otros campos, y que es fundamental para la “intervención terapéutica”.

 Estos autores advierten también, que en el proceso de la diagnosis son prioritarias las “mediciones directas”, para identificar cuantitativamente en la experiencia clínica, la emergencia del fenómeno: “probabilidades de reacciones individuales en diversas situaciones de la vida”. Los autores aclaran que la detección de esas probabilidades de ocurrencia se logra “mediante la observación ajena en el entorno natural, las analogías experimentales y simulaciones efectuadas mediante el desempeño de roles, la autobservación de la conducta, entre otros.” (Baumann Perrez, 1994: 92).  Otro recurso de evaluación es la autobservación, pues permite que la conducta sea un objeto igualmente para quien la ejecuta.

La evaluación de la conducta implica varios aspectos que han de tenerse en cuenta:

1.      Las molestias, entendidas como problema y cuyas manifestaciones, condiciones de aparición y mantenimiento deben considerarse en el marco de un análisis de la conducta.

2.      La conducta disfuncional, objeto de la evaluación, es “el resultado de procesos de aprendizaje normales o perturbados, que están sometidos a las leyes psicológicas universales del ámbito de lo normal”.

3.      La evaluación persigue como meta la modificación de la conducta, su análisis parte del hecho de que no hay conducta sin situación; es decir, su dependencia a las situaciones condicionantes, no obstante, a su vez, la conducta condiciona tales situaciones.

4.     La conducta se define en tres planos, los mismos que serán observados en la evaluación conductual: “plano motor o de la conducta, plano subjetivo-cognitivo y plano fisiológico (…) Cuando se trata de la evaluación debe describirse y registrarse estos tres planos de la conducta”.

Esquema de la diagnosis de la conducta

Los autores presentan un esquema donde se ilustra los aspectos tenidos en cuenta por algunos psicólogos clínicos conductuales para la evaluación de conducta.

11     Análisis de la conducta sintomática

11.1  Análisis de los síntomas particulares

 ·       Aislamiento de una forma típica de conducta, descripción cualitativa y cuantitativa de esa conducta y especificación del trastorno (topografía, frecuencia y oscilación).

·       Condiciones antecedentes y subsiguientes del estimulo de esa conducta u otras conductas problemáticas y también mediante pensamientos, emociones y expectativas concomitantes.

·       Variables del organismo relevantes como: enfermedad, sentimiento existencial, análisis de la cognición, motivación; Hipótesis sobre la índole de la conducta; Generis del síntoma y de sus condiciones  y conclusiones deducidas del análisis genético.

   1.2 Conexiones entre síntomas particulares


22. Análisis de la finalidad


22.1 Análisis de las condiciones del medio ambiente


·       Aspectos relevantes del medio ambiente social momentáneo y del entorno social y de las condiciones exteriores de la vida.


 2.2  Determinación de la finalidad


·       Resultados del debate sobre la finalidad mantenido con el paciente y/o con sus personas de referencia; Consecuencias de una posible modificación terapéutica de los síntomas para el margen de la conducta del paciente y para sus relaciones sociales; selección de los puntos de enfoque terapéuticos para una intervención terapéutica.


 3. Planificación terapéutica

 3.1. Planificación de las distintas medidas terapéuticas

 3.2 Planificación del transcurso de la terapia

·       Planificación de otras investigaciones diagnósticas para el análisis funcional de las formas de conductas; orden de sucesión de las fases del tratamiento; y procedimiento para medir éxito.

Por su parte, Kendall & Norton–Ford definen la evaluación así: “En el enfoque conductual de la evaluación se trata de identificar los comportamientos específicos del sujeto, o sus sistemas ambientales, que pudiesen requerir el cambio”.  Estos autores identifican dos ejes de la evaluación conductual: la conducta en sí misma, es decir, la emisión del sujeto, y los aspectos donde ella se despliega, o sea las condiciones ambientales.

Para la evaluación se utilizan, según estos autores, varias estrategia:

·       Observación naturalista: consiste en la observación y participación del clínico en el ambiente “natural” donde interactúa el sujeto.

·       Autovigilancia: observación de la persona de sus propias conductas e interacciones, de las cuales debe realizar un registro.

·       Informe del cliente en la evaluación conductual: la recolección de los datos extraídos del relato de la persona, y que obligan a una introspección, son exigidos al sujeto, que debe, más que autobservarse, realizar una retrospección y recapitulación; una evocación de los recuerdos de sus patrones generales de comportamiento.

·       Evaluación analógica: se recogen datos exponiendo al sujeto situaciones análogas a su vida.

·       Observaciones y calificaciones conductuales hachas por otras personas de significación: El clínico recurre a los relatos de terceros para recoger la información sobre las modalidades de conducta e interacción del evaluado.


PROTOCOLO 4

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Evaluación de la personalidad

 En el texto de Módulo Clínica de Gloria Patricia Peláez, se señala que la diagnosis tradicional de la personalidad constituye una diagnosis de cualidades. Tiende a predecir la conducta en virtud de cualidades subyacentes a la personalidad (rasgos).

Los pioneros de la personalidad y su evaluación son Cattell y Eysenck y proponen como estrategias para la evaluación las siguientes: evaluación por terceros; test de inteligencia y rendimiento, test de personalidad y entrevistas clínicas (el relato del paciente es la fuente privilegiada de los datos evaluativos).

La evaluación de la personalidad requiere  la claridad del concepto que el evaluador tiene de la personalidad como objeto. Tales definiciones implican aspectosfactores, cualidades, o rasgos, que son valorados y entonces, traducidos en medida. Estos valores se captan por medio de las herramientas ajustadas a las definiciones del objeto como criterios evaluativos. Baumann & Perrez  indican la existencia de pruebas para evaluar la personalidad, que clasifican como estructuradas y no estructuradas. Las pruebas estructuradas se caracterizan por ser estímulos bien definidos que exigen respuestas limitadas, mientras que en las proyectivas o no estructuradas, los estímulos en cambio son vagos y ambiguos, convocando al sujeto a responder, y obligándolo al despliegue de sus propias formas de respuesta y ordenamiento de la realidad, que pone en acción en las pruebas.

 Las pruebas objetivas de personalidad más citadas por los autores y reseñadas también porKendall y Norton - Ford son:

·       Inventario multifacético de la personalidad de Minnesota (MMPI): Esta prueba se usa más frecuentemente en la evaluación psiquiátrica o para detectar trastornos aplicados a las personas que, por ejemplo, aspiran a un cargo o se desempeñarán en una función.

·       Inventario psicológico de California (CPI): El contenido revela más bien los comportamientos típicos, sentimientos, opiniones y actitudes habituales respecto a la ética social y cuestiones familiares.

·       16 PF: Permite un análisis de fortalezas y debilidades del sujeto, tales como predominio, inteligencia, radicalismo, control de la voluntad y estabilidad emocional.”

 Las pruebas no estructuradas o proyectivas (subjetivas) se derivan en buena parte de las teorías psicodinámicas.  Estas pruebas descriptivas implican estímulos ambiguos, dejando los materiales de prueba mal definidos, con el fin de que el sujeto responda a estos y revele su personalidad.  Los métodos proyectivos se consideran como instrumentos sensibles a los aspectos inconscientes del comportamiento.  Los métodos de evaluación psicodinámica de la personalidad más usados y reseñados por los clínicos en general y rescatados por Kendall y Norton – Ford, son:

·       Test De Rorschach o Manchas de tinta

·        Prueba de Holtzman

·       La Prueba de Apercepción Temática (TAT)

·       Frases incompletas

·       Prueba de Tomkins-Horno o Prueba de ordenamiento de Dibujos

·       Dibujo de la Figura Humana

 Las pruebas proyectivas en lugar de las figurativas, como el test de la persona humana, se interesan más por precisar e identificar la dinámica intrapsíquica, en lugar de los rasgos o las cualidades.

Augusto Pérez  hace una clasificación en tres categorías dlas pruebas para la evaluación de la personalidad:

·       Escalas de puntajes: son descripciones específicas de comportamientos empleadas por uno o varios observadores.

·       Los cuestionarios o inventarios de personalidad: buscan medir un amplio rango de atributos, sea proponiendo categorías generales como “ajuste emocional”, “tendencias neuróticas”, o por medio de atributos específicos.

·       Las pruebas proyectivas: constituidas por estímulos poco estructurados a los cuales el sujeto debe responder según las instrucciones que le proporciona el examinador.

Las hipótesis básicas subyacentes a los test proyectivos, sostienen que el sujeto revela algo de su personalidad en la forma como responde al material estímulo, pues al reaccionar ante estos elementos poco estructurados, él los ordena y pone de manifiesto el rasgo. De esta manera, siempre cada sujeto al que se le aplica tiene la posibilidad de responder acorde a su vida. La respuesta ordena el material presentado en la prueba tal como el sujeto como organiza su vida. Su forma de percibir los estímulos vagos y difusos del test, le permiten al clínico inferir dicho orden interno, el cual se refleja en los comentarios que realiza sobre el material que le es presentado, y que devela además las motivaciones, los conflictos y las defensas. Los test de personalidad cualitativos se apoyan en el mecanismo de la proyección psíquica, de donde reciben su nombre y que significa la tendencia psíquica a comprender lo exterior a partir de la estructuración interior, a proyectar afuera lo interno.

 Pérez advierte la presencia de la subjetividad en la calificación de todos los test, sean objetivos o proyectivos, por lo que una eficaz y objetiva interpretación, dependerá finalmente de “la habilidad, experiencia y marco teórico de aquél que lo analiza”.

Otro problema es la falta de rigor de la episteme, la formalización y claridad que cada una de las corrientes de la psicología tiene sobre los objetos de su trabajo, pues las herramientas, técnicas y estrategias están articuladas a ella y orientan la práctica de evaluación y de intervención. Sin duda es problemática una evaluación de la personalidad, si no cuenta con una definición o si ella es contradictoria. Hay unos vacíos a la hora de definir, y de evaluar la personalidad que un clínico debe tener en cuenta para no sólo elegir desde dónde trabajar, sino con qué y cómo hacerlo.

 Entre la variedad de teorías de la personalidad que se encuentran, muchas de ellas tienen como referencia para su evaluación, los manuales diagnósticos, donde formalmente se presentan los factores que son objeto de evaluación y que conducen del análisis factorial al diagnóstico de la personalidad.

 
PROTOCOLO 5
Evaluación de los procesos mentales o funcionamiento mental.
Evaluación de la inteligencia
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En el texto de Módulo Clínica de Gloria Patricia Peláez, se retoma a Silva Moreno quien define la inteligencia como  “una abstracción (constructo) y como tal no puede ser observada. Sin embargo, mediante los instrumentos de evaluación es posible medir el comportamiento inteligente”.  Por su parte, Kendall y Norton – Ford, destacan que la inteligencia según Wechsler, autor de las pruebas de inteligencia más importante, “es la capacidad sumada o global, de la persona para actuar con un propósito, pensar racionalmente y hacer frente a su ambiente de manera efectiva”.
Esta definición enmarca los criterios de evaluación de la inteligencia como objeto. Entre los aspectos que se usan en esta prueba están: solución de problemas, comprensión de escrito, construcción de modelo siguiendo un referente y utilizando ciertos materiales, entre otros ítems. Lo anterior, alcanza sólo a evaluar de manera limitada la conducta inteligente y sólo representa una pequeña muestra de su complejidad.
En la actualidad la inteligencia sigue evaluándose con pruebas objetivas específicas creadas por Wechsler, quien diferenció una para adultos (WAIS) y otra para niños (WIC-r).
Después de las escalas de Wechsler, hay acuerdos entre los autores en considerar, por su importancia y uso, la Escala de Inteligencia de Stanford-Binet. Ésta escala evalúa la inteligencia teniendo como parámetros la edad y el estado mental correspondiente en cuanto a capacidades precisas que el sujeto debe ejecutar.
Phares & Trull por su parte, observan que los “psicólogos clínicos contemporáneos creen en un factor general de la inteligencia (C.I.) y en capacidades especificas que subyacen a dicho factor”. De esta manera, las pruebas por sí mismas son poco concluyentes a la hora de hablar de evaluación propiamente dicha de la inteligencia, de allí la necesidad surgida de combinar estos puntajes con el desempeño directo del sujeto en su vida escolar y ocupacional, y confrontarlos.
Este cambio formal de evaluación de la inteligencia, fue originado también por las nuevas teorías sobre la inteligencia, la reconocida como más revolucionaria, es la  teoría constructivista de Jean Piaget de los años 60 y 70. Según los aportes de Piaget, la concepción de la inteligencia que realmente se observa no es la inteligencia como ente, sino lo que se califica como comportamiento inteligente. Se desprende de este presupuesto la diversidad de inteligencias posibles: artísticas, sensibles, simbólicas, intuitivas, prácticas.
Los psicólogos clínicos mantienen su referente de la inteligencia en términos objetivos, más que estructurales, por ello utilizan más frecuentemente pruebas o instrumentos simples para medir rasgos complejos. Estas pruebas de funcionamiento intelectual o test de inteligencia les han permitido a los evaluadores:
1.      Contar con una idea general -no medidas absolutas- acerca del funcionamiento psicológico del individuo y de sus potencialidades.
2.     Le ofrecen indicaciones valiosas sobre los trastornos de personalidad.
3.     Permiten detectar habilidades o limitaciones especiales.
4.     Permiten realizar una observación del comportamiento del sujeto en una situación relativamente estandarizada, independientemente de la validez y la confiabilidad de las pruebas.
Anderson, sostiene que la práctica clínica de los psicólogos sobre la evaluación de la inteligencia está regida por dos enfoques conceptuales: el psicométrico y el enfoque del desarrollo cognitivo.
 Buela-Casal y Sierra plantean que “los test serán medidas posibles de inteligencia, pero no las medidas de la inteligencia, se verifica incluso, que los test evalúan determinados aspectos, y no otros, del desempeño cognitivo”.  A pesar de estas consideraciones y de los límites reconocidos por la comunidad de psicólogos clínicos, los test tradicionales siguen usándose, ya que, no se dispone de sustitutos adecuados para test de inteligencia.
Finalmente se señala que la evaluación no se hace solamente con las herramientas psicométricas; es base de la evaluación como de todo el proceso clínico y de la actividad de las otras constantes, el uso de la entrevista como técnica y herramienta
 


PROTOCOLO 6

Entrevista clínica y tipos de entrevista clínica
 En el texto de Módulo Clínica de Gloria Patricia Peláez, se señala que en todo proceso clínico la entrevista puede ser usada como única herramienta y ser la estrategia privilegiada en la intervención.  Toda entrevista está en función de unas metas o fines que varían según el contexto (diagnóstico, evaluación o intervención).
La entrevista está constituida por elementos fundamentales que permiten identificarla, estos son:
1. Participantes: entrevistado y entrevistador
2. Espacio: - físico y temporal-.
3. Propósitos complementarios: dependen del fin que se busca o del efecto que se espera obtener de la entrevista.
La entrevista puede concebirse como un diálogo unidireccional, durante el cual el entrevistador debe estar en posición de observador. Se debe tener en cuenta: la forma de expresión (verbal y no verbal), y la forma de relación (cómo la persona se relaciona con el entrevistador, el espacio, el tiempo y con el material que expone).
 Toda entrevista se realiza en un marco de referencia que en la práctica clínica significa un imperativo ético, es decir,  el manejo sensato y profesional de la información. El respeto del clínico por la información implica: no juzgar moralmente ni el contenido, ni el valor de la información, y no despreciar ninguno de los aspectos expuestos por el entrevistado.
La meta esencial de la entrevista es conocer y obtener información de los patrones de vida o hábitos, de las formas de relación que tiene el sujeto en sus distintos aspectos vitales.
El fundamento del arte de entrevistar consiste en la capacidad del clínico para hacerse a un mapa de la vida actual y de la historia, así como de las formas de respuesta o reacciones más usuales frente a situaciones precisas del entrevistado.
El entrevistador debe estar atento a identificar y promover el enunciado por parte del entrevistado de la causa o el origen de su dolencia, de las situaciones concretas que lo llevaron a consultar interrogando si han existido experiencias terapéuticas anteriores sobre el malestar que ahora lo motiva o si estuvo referido a otros tipo de afecciones.
El entrevistado debe estar dispuesto a entregar toda la información, para posteriormente  conseguir un beneficio de la entrevista, dicho beneficio, se da cuando el clínico ha logrado señalar aspectos que le permiten al entrevistado tener una nueva percepción de lo dicho o que lo lleven a asociar, recordar o pensar otros aspectos vinculados al material.
Como la entrevista inicial es fundamental para el devenir del proceso en general, el clínico debe estar atento en el desarrollo de la misma, a las siguientes manifestaciones:
§     La ansiedad inicial del cliente y mantenimiento de un nivel apropiado en el trabajo: La ansiedad es la causa y motor del trabajo clínico, y sólo se podrá disminuir durante la entrevista y a través de la palabra.  El monto o cantidad de ansiedad del entrevistado debe ser observado con cuidado porque su nivel produce efectos diversos en la entrevista.  El clínico debe cuidar que la entrevista sea experimentada con un nivel de aprehensión suficiente para mantener una disposición alerta necesaria que empuja a la auto-percepción del entrevistado.
§     Las razones o motivos actuales de consulta: son aquellas que la persona tiene en el presente inmediato y lo llevaron a consultar, las cuales, el clínico debe indagar. Igualmente debe explorar cómo llega la persona a consulta.
§     El motivo de consulta. No siempre está presente en la entrevista inicial, él debe configurarse a lo largo de la misma y constituye el punto de arranque del proceso. El real motivo de consulta, tendrá que ser develado y confirmado en el transcurso del proceso.
§     Encuadre. El entrevistador debe ubicar al paciente en el trabajo mediante el  establecimiento de unas reglas que demarcan del proceso, el cómo, cuándo y de qué manera se llevará a cabo. Estas reglas establecidas, deben ser consentidas por el entrevistado. Las indicaciones que están implicadas en el encuadre son: el número de sesiones destinadas al proceso de evaluación y diagnóstico, el tiempo de duración de cada sesión, el lugar donde se llevará a cabo, los honorarios, y cómo serán cancelados, y también, las posibilidades que tiene el entrevistado de cancelar las citas pactadas.
§     Explicación sobre lo que le pasa. Es necesario compeler al entrevistado a decir todo lo posible sobre su problemática o motivo de consulta. En la primera entrevista se recibe la perspectiva, la explicación o incluso la teoría que el sujeto tiene sobre lo que le pasa.
§      Relación explícita del malestar con la historia. El entrevistador debe ser capaz de hacer girar la atención y el discurso del entrevistado hacia las causas de su malestar, más que sobre la configuración del mismo, es decir, debe orientar de lo que pasa y siente, al por qué, al cuándo se inició y las explicaciones de ello. El intento que el clínico debe hacer es motivar a establecer una relación entre el problema que trae la persona, y la función que tiene con la historia familiar y la vida actual.
§     Relación empática: El soporte de toda entrevista es una buena relación entre el agente de la entrevista, -psicólogo clínico-, y el objeto, entrevistado. El psicólogo clínico debe propiciar y sostener una relación empática que cumple las siguientes características: sencilla, clara, amable y acogedora, respetuosa y enfática.
 En este texto, se señala distintos tipos de entrevista:
§     La entrevista para determinar el estado mental.  Busca examinar y determinar el estado mental y funcionamiento psíquico actual del paciente.  Éste tipo de entrevista utiliza: el dialogo, la observación y pruebas objetivas y proyectivas.
§     La entrevista socio-clínica.  Busca diferenciar la naturaleza y la severidad de los problemas del cliente, a partir de la concepción que el entrevistado tenga sobre su problemática y en función de su historia. Éste tipo de entrevista enfatiza en la relación que pueda extraerse entre la afección del paciente y su entorno familiar y social.
§     La entrevista fraccionada.  Está compuesta de varios momentos y propósitos específicos: anamnesis (se recolectan datos generales y familiares del entrevistado), motivo de consulta (el foco de atención es la problemática manifiesta, su historia y relación con la vida actual), y tiempo de cierre (tiempo utilizado por el clínico para cerrar los aspectos abiertos y encauzar la información, dando una dirección a la siguiente sesión).
§     La entrevista estructurada.  Está ordenada por una serie de preguntas definidas previamente, dejando muy poca libertad al clínico o al entrevistador para formular nuevas preguntas en el desarrollo de la entrevista.
§     La entrevista semi-estructurada.  Ésta combina la entrevista fraccionada y la socio-clínica. Este tipo, da al entrevistador mayor libertad en la orientación, y pudiendo hacer énfasis en la problemática del entrevistado en relación a su contexto social y cultural.
§     La entrevista no estructurada. Este tipo de entrevista permite explorar sin orden aparente los datos requeridos para la evaluación y el diagnostico.
Hay otros tipos de entrevista como son: las entrevistas de admisión, entrevistas de intervención en crisis y las entrevistas por computador.
Se debe dejar a criterio del clínico el número y tipo de entrevistas requerido, puesto que esta libertad está en función del material y de los propósitos.  La formación del clínico y su experticia le imprime un orden al proceso clínico y al tipo entrevistas elegido.



Texto: Psicología clínica. Problemas fundamentales. Augusto Pérez.


Protocolo y cuestionario tema 6

Cómo se considera la entrevista clínica según Pérez?
Cuáles son los tipo de datos de que dispone el entrevistador?
Cuáles son los riesgos o dificultades de la entrevista clínica?


Entrevista clínica y Tipos de entrevista clínica

Cuando el psicólogo clínico establece contacto con el individuo que lo consulta, se establece una relación que repercute determinantemente sobre los objetivos del trabajo que se va a desarrollar. En un sentido amplio, el proceso interrelacional  constituye el marco de la entrevista clínica.
La entrevista es una situación social en la cual dos o mas personas entran en contacto, de tal forma que cada una de ellas ejerce roles y mantienen expectativas diferentes, pero mutuamente complementarias que influyen y se modifican recíprocamente.
La entrevista clínica se considera como un método de evaluación psicológico que se centra en obtener y manejar la información.

Durante la entrevista, hay dos tipos de datos de que dispone el entrevistador:

Verbales: proporcionados como respuestas a preguntas o como narración que hace el consultante. Sobre estos datos el consultante tiene el control y puede omitir o contar lo que él considere conveniente.

Producto de la observación directa: en donde el psicólogo clínico observa el comportamiento del sujeto durante la entrevista, más difícil que el consultante lo finja o disfrace y el entrevistador utiliza esta información según su experiencia y su orientación teórica.

No obstante, el entrevistador debe proceder con sumo cuidado en la interpretación de la información, pues existen múltiples factores que pueden modificar la estructura de la situación (como los aspectos físicos, como los motivos de la consulta). Además, el entrevistador también tiene la capacidad de modificar la conducta verbal de su cliente.

Las cualidades de la entrevista clínica no deben oscurecer los riesgos de error que presenta; solo cuando el problema es claro y el juicio requerido obvio, y las personas que entrevistan son suficientemente hábiles, puede decirse que es un medio valido y confiable.

En este texto, Augusto Pérez habla de la entrevista interactiva como un tipo de instrumento de diagnóstico que busca obtener información sin necesidad de recurrir a preguntas estructuradas; en ella se hace énfasis en el aquí y el ahora, y se busca establecer cuáles son los patrones generales de interacción verbal y no verbal que caracterizan al sujeto.


Tema 1. Coyuntura y origen de la psicología clínica.

La psicología clínica es un área aplicada de la psicología general que se ocupa de buscar, instrumentalizar e implementar los principios que lleven a la comprensión del carácter único de una persona que se encuentra en dificultades y cuyo objetivo es fundamentalmente, reducir el malestar que esa persona experimenta, ayudándola a funcionar de una manera más satisfactoria y adecuada tanto para sí mismo como para las personas que constituyen su marco de referencia social.

Origen:
1.     Finales del siglo XIX, al lado de las bases experimentales de Wundt y la influencia de Darwin en Galton y Freud. Desde 1890 hasta la primera guerra mundial (1914-1918) James, Galton, Cattell, Binet, Hall, Witmer.
·         Witmer: Creador y propulsor de la psicología clínica. Estudió con Wundt.
·         Binet: proporcionó instrumentos de trabajo fundamentales, como el test de la inteligencia.
2.     A partir de la primera guerra mundial se agudizan los conflictos entre médicos y psicólogos a causa de la definición de los roles y estatus y aparición de diferentes enfoques de la psicología (gestaltismo, behaviorismo, funcionalismo)
·         Influencia freudiana y aparición de instrumentos: Rorschach y el TAT (test de apercepción temática)
3.     Por la segunda guerra mundial (1939-1945) los psicólogos entran a trabajar en psicoterapia a causa de las neurosis de combate y las reacciones histéricas producidas por traumatismos psicológicos. Esto incrementó las dificultades con los médicos y lo que surgió fue la proposición de dar una formación más completa a los psicólogos que se dedicaban a este trabajo.


Tema 2. Evaluación clínica.

El diagnóstico y la evaluación psicológicas constituyen, sin la menor duda, la actividad profesional a la que más tiempo han consagrado los psicólogos clínicos; esta actividad les fue encomendada como resultado de un compromiso tácito con la psiquiatría, que durante bastante tiem-po produjo los resultados deseados.
Según el autor, la evaluación y el diagnóstico son funciones complementarias y no se deben dar por separado. Afirma que son función importante, pero excesivamente limitada.
Se debe examinar cuales son los comportamientos del sujeto que indican una perturbación específica; además, se debe señalar el número y la severidad de esos índices de trastorno, los cuales serán clasificados como síntomas.
Realmente el autor se enfoca en el diagnóstico y no tanto en la evaluación. Plantea las características del diagnosticador, y los instrumentos que se utilizan para el diagnóstico.
Sin embargo, habla sobre algunas medidas que se emplean en estudios evaluativos, tales son:
·         Testimonio directo del sujeto.
·         Análisis de los protocolos del proceso terapéutico del sujeto.
·         Test proyectivos.
·         Resgistro de cambios comportamentales.
·         Medidas de autoconcepto
·         Historias temáticas.
·         Cambios físicos y fisiológicos
·         Inventarios de orientación personal


Tema 4. Evaluación de la personalidad

Las medidas de la personalidad pueden clasificarse en tres categorías:
1.     Escalas de puntajes: descripciones específicas de comportamientos empleadas por uno o varios observadores.
2.     Cuestionarios o inventarios de personalidad: mucho mas utilizados y buscan a través de preguntas, medir un amplio rango de atributos en el sujeto, ya sea proponiendo categorías generales o atributos específicos. Tiene confiabilidad elevada pero poca validez. Entre otras cosas, ha sido utilizada indiscriminadamente, lo que dificulta su credibilidad entre el público.
3.     Pruebas proyectivas: constituidas por estímulos poco estructurados a los cuales el sujeto debe responder según las indicaciones proporcionadas. La hipótesis básica subyacente a los test proyectivos, es la de que el sujeto revela algo de su personalidad en la forma como responde al material estimulativo. Se supone que en la ejecución del test participa toda la personalidad del sujeto y esto es a la vez una riqueza y un peligro; peligroso en cuanto a lo subjetivo pues el acto se encuentra aislado en el tiempo y el espacio y es interpretado, igualmente aislado en tiempo y espacio.  



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